miércoles, 16 de julio de 2014

El don del águila

El águila no es un pájaro, sino un ser sutil de los aires que, por Providencia Divina ha quedado visible ante todos los seres.

El águila es una criatura al servicio del Cielo, conocedora de la voluntad del Señor y capaz de volar hasta su trono para recibir sus órdenes. 

Auxilio de ermitaños y santos, emblema del Viviente Aire, el águila espera realizar su misión más importante en el fin de los tiempos.

Aliada de los magos que siguen a Dios, realiza misiones para estos y para los Ángeles. Su tarea actual es vigilar con su profunda mirada los movimientos y acciones de los espíritus infernales cada vez que recorren la tierra.

(Claudio Páleka en “Cuando el Cielo pase Lista…”, Tomo I).

El águila como animal de poder personal:

Poder de conexión con lo divino. Habilidad de  vivir en el Reino del espíritu y permanecer en contacto con la tierra. Humos (plumas) que limpian el aura. Estado de Gracia proveniente de la comprensión de la Vida. Busca tu coraje ante el llamado del Universo para que tu visión sea más amplia. Agudiza tus sentidos más allá del horizonte, conéctate con el elemento aire, la Mente Superior.
¡Busca la libertad del Cielo!
¡Ilumina!

(Retiro-taller de Marta Echevarría).

lunes, 14 de julio de 2014

El clamor de la tierra

Si solo por un momento
las alas de tus brazos abordaran mi espalda clamorosa,
bastaría para que mis llanuras, en las que pastan
tus vacas, tus ovejas,
no se desertificaran.

Si tus ojos se tocaran con los míos,
algunos de estos días en que la soledad
se cuela en mis desiertos,
sería suficiente para endulzar la lluvia ácida
que pronto desfoliará tus acelgas.

Si tus manos se acercaran a las mías
y escucharas mis quehaceres errabundos,
conseguirías romper la reacción en cadena
que destruye mis moléculas de ozono
en los gestos de rabia con los que me maldices.

Si solo por una vez atendieras en mí
los movimientos sísmicos con los que surjo
tratando de expresar
la permanente confrontación de mi ser
en la que me asfixias,
podrías parar la tala indiscriminada
de mis bosques maduros
y perdonarles la vida a mis águilas
y a mis lechuzas celosas de sus nidos
y con ellas perdonarías la vida
de todas las especies que me habitan
y te dan la vida.


(Rosa Machado en “El canto de la ballena”)